El salar de Uyuni es el desierto de sal más grande del mundo, tiene una superficie de más de 10.000 mil kilómetros cuadrados y es el destino turístico más visitado de Bolivia.
Se puede acceder en vehículo propio y para hacerlo hay que llegarse hasta la ciudad de Colchani, o bien contratar un tour en la ciudad de Uyuni.
Nosotros lo hicimos en nuestra camioneta, la única exigencia que piden al ingreso es llevar GPS ya que fácilmente uno se pude perder dentro del inmenso horizonte blanco. Nosotros lo que hicimos ni bien entramos grabamos el punto en el que estábamos y para el regreso nos dirigimos justo hasta allí.
Ni bien uno entra en el salar hay que cruzar un río, es de muy poco caudal y generalmente en toda época del año es muy bajo. Al lugar llegan día a día cientos de camionetas, combis y colectivos por lo que para cruzarlo observamos por donde ellos lo hacían y simplemente seguimos sus pasos.
Con lo primero que nos encontramos fue con distintas esculturas talladas en sal con los logos del Dakar que ya en varias oportunidades este ha pasado por allí.
En el medio del desierto se encuentra el famoso hotel de sal con sus banderas de todo el mundo flameando al viento, lo que nos regala una hermosa postal.
Lo bueno de andar por nuestra cuenta es que no hay horarios ni apuro, por lo que paramos en el lugar más solitario, bajamos nuestra mesa y nos sentamos a almorzar contemplando la soledad del claro paisaje.
A unos 80 kilómetros desde la entrada se puede visitar la isla de Incahuasi, está compuesta por corales, llena de cardones y desde la cima se pude tener una vista panorámica de todo el desierto.
En el lugar tuvimos el placer de ver uno de los atardeceres más lindos de mi corta vida.
Ni bien se fue el sol se levantó mucho viento por lo que decidimos repararnos detrás de la isla. Ni bien doblamos para estacionar nos encontramos con una luna llena gigante que nos acompañó toda la noche y nos permitió hacer una larga caminata guiándonos solo por la luz que irradiaba.
Ya por la mañana y luego de ver un hermoso amanecer nos dedicamos a sacar miles de fotos jugando con las perspectivas y distintas poses.
Fue una experiencia totalmente inolvidable, nos hizo sentirnos pequeños ante tanta inmensidad. El clima nos acompañó siempre, el cielo estuvo totalmente despejado y vivimos un atardecer, una noche de luna llena y un amanecer increíbles realmente. Una experiencia en familia distinta.
Al volver a la ciudad tuvimos un paso obligado por un buen lavadero para quitar bien toda la sal del vehículo, pero por muy poca plata hay varios lugares que ofrecen el servicio.
No olviden suscribirse y muchas gracias por ser parte de este sueño.
Para ver todas las fotos del salar de Uyuni entra acá.