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Putumayo, lugar de majestuosos paisajes!!!

Ni bien entramos al país de Colombia, nuestro sexto desde que iniciamos nuestro viaje, recibimos una hermosa invitación a un encuentro de viajeros y mochileros  que se realizaba en la provincia de Putumayo organizado por el grupo de Mochileros Co.

Nos encontrábamos al momento de la invitación en la laguna de La cocha, a muy pocos kilómetros del lugar, por lo que no dudamos en responder… hacia allá vamos!!!

El Putumayo es una provincia de Colombia, debe su nombre a un caudaloso río con la misma denominación, que nace y crece en su jurisdicción y desemboca en el río Amazonas. A su vez el río es la línea fronteriza que separa al país de Ecuador y Perú. Su nombre viene de la lengua Quechua y significa “río que baja desde muy alto”.

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Uno de los tantos ríos

Para poder llegar tuvimos que atravesar el valle de Sibundoy, donde se encuentran uno de los caminos más complicados de todo el país por lo que es conocido como “El Tablón de la Muerte”.  Son 70 kilómetros de camino de tierra o “destapado” (como le dicen en Colombia). En casi toda la vía apenas si cabe un solo vehículo, el camino es súper sinuoso y en todo momento va bajando o subiendo. Los posos están por montones, lo mismo con piedras enormes sobresalidas, y si todo eso les parece poco, en todo momento se circula al borde de un tremendo precipicio!!!

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El Tablón de la Muerte

A papá le resulto súper difícil conducir, la ruta es muy transitada, no solo por autos pequeños si no que van muchísimos camiones enormes, que al encontrarse con alguno que viene de frente, hay que frenar, retroceder hasta encontrar algún hueco dónde esconderse para que ambos podamos pasar, todo esto al borde del abismo.

Nos llevó más de 11 horas recorrer los solo 70 kilómetros,  y el camino nos pasó factura en nuestra camioneta, en todo momento que se baja hay que hacerlo tan despacio que el freno va trabajando constantemente, a nuestras pastillas ya le quedaban poca vida, y una de ellas se recalentó tanto que se partió y nos rayó todo el disco de freno. Por suerte tenemos un vehículo del que en todo el mundo se consiguen repuestos, por lo que pudimos conseguirlos y solucionar el problema.

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Arreglando la Gran Sprinter

Dejamos atrás el paisaje montañoso para deslumbrarnos con la llanura Amazónica, que nos recibió con un atardecer impresionante.

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Un atardecer distinto

Hicimos una rápida pasada por la capital de la provincia, Mocoa y nos dirigimos directamente al lugar del encuentro, “la cascada del fin del mundo”. Cansados como veníamos caímos enseguida rendidos en la cama.

Al día siguiente nos encontramos con algunos otros conocidos viajeros, como los chicos de Renunciamos y Viajamos que viajaron en su auto hasta México, también conocimos a Lina Maestre que lleva 3 años viajando junto a su mochila por el mundo. Nos cruzamos con los chicos de Cinemandante que van haciendo documentales de Colombia y tuvimos el placer de conocer a Ferney que viaja junto a Jager su perro, lo hacen en una bicicleta en la que arrastra un carro preparado para transportar al canil y de a poco le están dando toda la vuelta a Colombia.

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La banda de viajeros

Al encuentro asistieron más de 300 personas, todos aventureros y soñadores como nosotros, con las cuales compartimos una muy linda experiencia. Pudimos contarles nuestra experiencia tratando de transmitirles el mensaje que llevamos a todos lados, “VAYAN POR SUS SUEÑOS, QUE VALE TOTALMENTE LA PENA REALIZARLOS”.

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Papá contando nuestra aventura

Los días que estuvimos por la zona fueron de muchísima lluvia, lo que a nosotros no nos permitió hacer muchas excursiones de las que hay en la zona, por la cantidad de barro en los senderos. Como yo aún soy muy chiquito, papá y mamá me tienen que cargar y se complica un poco la caminata .

Nos quedó pendiente conocer la cascada del Fin del Mundo, Hornoyaco y los ojos de Dios entre otros.

Lo que si pudimos visitar fue el Centro Experimental Amazónico o también conocido como CEA. Es una reserva de fauna y flora con unos muy lindos paisajes pero en el cual lamentablemente no tuvimos una buena experiencia. El ingreso es obligatorio con guía, nos fueron explicando de todas las plantas y flores de la zona, hasta ese punto íbamos muy bien pero cuando llegamos a la parte de los animales, una compañera que iba junto a nosotros pregunto ¿Cómo hacen con la liberación de los animales? La triste respuesta fue “no acá no los liberamos, imagínate que la gente quiera conocer un Tapir y no lo tengamos”. Ósea que no es ni más ni menos que un Zoológico disfrazado de un centro de recuperación cosa que no nos gustó, no nos gusta y jamás nos gustara!!!

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El paisaje lindo pero…

Fue un pazo fugas por la zona, paisajísticamente nos encantó pero no se compara con la cantidad de amigos que nos llevamos. Sin lugar a dudas Colombia nos sigue sorprendiendo, les dejo un enorme abrazo y nos vemos la próxima. Muchas gracias por leernos!!!

Para ver todas las fotos de nuestro paso por Putumayo lo podes hacer acá.

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