A cada paso que damos en este país nos van sorprendiendo mucho los pueblos con los que nos encontramos.
Luego de un breve paso por Manizales, la capital de la provincia de Caldas, tomamos una ruta alterna, donde luego de recorrer casi 80 kilómetros, nos encontramos con el pueblo de Salamina.
Nos dirigimos directamente a la oficina de turismo, tradición que ya tomamos hace un buen tiempo, no solo para conocer lo que nos ofrece la zona si no que en muchas ocasiones se entabla una linda conversación con quien nos atiende y asi tenemos una persona de referencia en el lugar. Así fue como conocimos a Jorge que nos contó una muy bella historia de la ciudad.
El lugar también es conocido como ciudad madre de los pueblos ya que desde allí salieron los fundadores de muchísimos municipios entre ellos la capital, Manizales.
Sus calles coloridas con casas coloniales de balcones de madera tallada y adornados con bellas flores y sus puertas y portones también tallados, hacen que el recorrido sea un deleite a la vista.
Estacionamos en el parque principal, debajo de unos enormes árboles que nos cobijaban del caliente sol y con mate en mano nos dispusimos a recorrer la ciudad. Ni bien bajamos de la camioneta nos fueron rodeando personas intrigadas por lo que estábamos haciendo por lo que nos pasamos el resto del día compartiendo e intercambiando anécdotas con la gente del lugar.
La iglesia principal, el Templo Parroquial de la Inmaculada tiene su sello propio. Se caracteriza por no tener columnas en su interior. Es un enorme cuadrado revestido de madera tallada y lleno de vitrales por los que al atardecer el sol se cuela iluminando todo el templo de una manera especial.
Para ver más fotos de Salamina lo podes hacer acá.
Lamentablemente estuvimos solamente una noche en este bello y tranquilo lugar, al otro día de nuestra llegada teníamos que avanzar hasta la siguiente ciudad ya que habíamos quedado en encontrarnos con unos grandes amigos que hicimos en Perú y que iban a visitarnos.
Así fue como llegamos al municipio de Aguadas. Eran pocos los kilómetros que separan un lugar y otro pero el camino lamentablemente está en muy malas condiciones por lo que nos llevó un buen tiempo transitarlo.
Ni bien llegamos nos encontramos con Jorge y María, dos bellas personas, viajeras también, que habíamos conocido recorriendo las vías del tren para ir a Machu Pichu. Ellos en ese momento estaban realizando un viaje en moto hasta Bolivia.
Ya los 5 juntos repetimos la rutina de ir a la oficina de turismo, allí conocimos a German, el policía de turismo que enseguida se copó con nuestro viaje y se puso a nuestra total disposición. Nos hizo referencia de cada rinconcito de la ciudad interesante para conocer, nos acompañó a algunos de ellos y hasta nos ofreció una agradable ducha en su casa.
El lugar es conocido como la ciudad de las brumas por su constante niebla, está lleno de atractivos turísticos entre los que se destaca el hermoso cerro Alto de Monserrate que nos hizo de casa durante los 4 días que estuvimos en el lugar. Este nos regala una vista inmejorable de 360 grados desde donde se observan más de 30 municipios y corregimientos.
Por la noche la vista también es maravillosa ya que también se ve cada uno de estos lugares pero totalmente iluminados.
En la punta del cerro se encuentra un enorme y bello monumento al cacique Pipinta, que fue el último gran jefe de los indios Coucuyes que habitaban la zona.
La ciudad está sobre la ladera de una montaña por lo que sus calles son empinadas, en algunos casos es tanta la diferencia de alturas que no hay calles si no escaleras para conectar unas con otras, y estas se ven decoradas con bellos murales.
A pocos minutos del centro se encuentra el pueblito viejo, una pequeña replica de las primeras casas del municipio.
Por ultimo quedamos fascinados con un impresionante monumento a la tejedora que se levanta en uno de los extremos de la ciudad.
Muy cerca de esta ciudad nace la leyenda del “Putas de Aguadas” el hombre que todo lo puede y que a nada le teme. Según la leyenda el Putas era un hombre bien verraco que no le tenía miedo a nada, muy cerca de allí había un arroyo por donde los hombres tenían que pasar para ir a trabajar en los cafetales, pero en algunas ocasiones se encontraban con el mismísimo diablo que les pedía sus almas. El Putas fue el que se enfrentó al diablo venciéndolo y colocando una piedra de más de 700 kilos sobre el rio para que los hombres de ahí en más pudieran pasar sobre el arroyo evitando al diablo.
Fue otra localidad que quedo muy grabada en nuestra memoria, no solo por sus bellos paisajes y sus casas típicas si no por su buena gente que hacen que uno viva una experiencia totalmente distinta y acogedora.
Para ver más fotos de Aguadas lo podes hacer acá.
Amé estos pueblos!
En Salamina no probaron La Macana! Una exquisitez de la gastronomía del lugar!?
Abrazos!!!
Lamentablemente tuvimos un paso demasiado fugaz por el lugar y nos faltaron muchísimas cosas por hacer. Pero esta bueno dejar un poco así tenemos la excusa perfecta para volver!!!!!!!!!!!!