La primera vez que escuche hablar de este lugar fue en el consultorio de la dentista de papá. Mientras la doctora lo atendía y hablaban del viaje que estábamos por emprender no dudo en recomendarlo.
Luego a lo largo de nuestro recorrido, muchísimas personas que nos cruzábamos y al saber que íbamos para el sur nos decían que no podíamos dejar de ir.
Hay lugares que te atrapan, que son muy difíciles de olvidar. Esto nos pasó con el parque nacional Torres del Paine. Tiene lagos, ríos, cascadas, glaciares, montañas de todas las formas, muchísima fauna y a cada paso el paisaje cambia.
Nosotros veníamos de visitar las cuevas del Milodón. Entramos al parque a última hora del día y decidimos pasar la noche en la portería junto a los guarda parques.
La entrada al parque sale 18.000 pesos chilenos por persona. Podes entrar y salir durante tres días en el caso que te hospedes en la ciudad de Puerto Natales o alrededores. En nuestro caso directamente estuvimos dentro durante 5 días.
El parque tiene una superficie de 227 mil hectáreas, de las cuales en vehículo se llega solamente a menos de una cuarta parte. El resto son senderos para hacer caminando.
Nuestro primer destino fue el lago Grey. Está a unos 22 kilómetros de la entrada. Paramos en el estacionamiento, papá me cargo en brazos y empezamos la primera de muchas caminatas al mirador Ferrier. La subida es muy empinada, no llegamos a la cima pero pudimos observar unas vistas increíbles.
Luego del descenso y bastante cansados, nos dedicamos a ordenar un poco nuestra casa para por la tarde recorrer el lago. Hay que pasar un puente colgante por un rio muy correntoso de aguas color turquesa. Luego de un paso rápido por el bosque llegamos a una gran y larga playa. Si uno la bordea se puede acceder al mirador del glaciar Grey donde está lleno de témpanos de hielo flotando. Este lago tiene una gran particularidad, los sedimentos que tiene el agua hacen que tenga un color gris muy poco visto.
Pasamos dos días en este lugar para luego continuar camino. A orillas del lago Toro hay una caminata que recomendamos totalmente. Si bien su dificultad es alta, papá y mamá pusieron todo su empeño para llevarme y así poder subir hasta el mirador del lago Toro. El camino es empinado y largo. Va serpenteando una montaña que en algunas partes tiene precipicios donde según mamá arriesgo su vida. Aunque no es nada que no se pueda hacer y vale totalmente la pena la vista. Son varios los lagos y ríos con colores bellísimos que se observan todos a la vez.
Luego de un almuerzo reparador fuimos hasta el salto chico. Es sobre el rió Paine y se puede observar un muy lindo salto de agua formando una bahía de aguas turquesas.
Pasamos por un camping a orillas del lago Pehoe para bañarnos y luego seguir hasta el salto grande. Una tremenda cascada. Desde ahí se puede hacer también una caminata hasta el mirador cuernos que por la hora y el cansancio de mis papas debidos a la caminata matinal quedo para otra ocasión.
En el camino conocimos a un sin fin de viajeros. También nos encontramos con varios animales que no conocía como una mulita o tatto.
La atracción principal del parque es la cordillera del Paine donde se destacan tres agujas de granito conocidas como las Torres del Paine. Hacia allá fuimos pasando antes por varios miradores hasta llegar al estacionamiento donde empieza la caminata a la base de las torres. En el lugar nos llamó la atención la cantidad de liebres y zorros que andaban dando vuelta entre los autos y la gente.
Mamá estaba muy cansada y no tenía ganas de una súper caminata de varias horas para subir hasta la base por lo que yo me quede haciéndole compañía todo el día y papá alisto su mochila y bien temprano emprendió el camino hacia las torres. Por eso le presto un ratito mi blog para que cuente su experiencia.
Antes que nada me presento, soy Diego el papá de Tomas. Es un placer poder escribir unas palabras para ustedes.
Como venía contando Tomas, este lugar es mágico por donde se lo mire y la caminata a las Torres fue uno de los lugares más hermosos que tuve el placer de conocer en este viaje.
Bien tempano arme la mochila con bastante agua, algo para comer, mucho protector solar ya que a estas latitudes la capa de ozono es más permeable y quema muchísimo.
En total tenía por delante 9 kilómetros hasta la base de las torres. El camino prometía ser duro y yo mucho entrenamiento no tenía pero con fuerza de voluntad y yendo despacio estaba convencido que iba a llegar.
El cielo estaba totalmente despejado y la temperatura era agradable. Ni bien emprendí el camino me fui sacando el abrigo. La subida era pronunciada e interminable.
El recorrido está dividido en tres tramos. El primero que son 5 kilómetros hasta el refugio El Chileno. El segundo son 3 kilómetros más hasta el campamento Torres y por último 1 kilómetro más hasta llegar al mirador de la base de las torres.
El primer tramo en su gran mayoría es subida, no es tan pronunciada pero al ser larga es cansadora. Fueron varias veces las que tuve que parar a descansar e hidratarme.
El refugio estaba totalmente lleno de carpas y gente alistándose para seguir con la caminata. Está ubicado a orillas de un rió en el cual me refresque un poco.
La segunda parte es mucho más fácil ya que el camino es recto y en todo momento se camina internado en un bosque de árboles frondosos.
Llegado el mediodía y ya bastante cansado emprendí el último kilómetro de la caminata. Como todo en esta vida, siempre hay una prueba final, es la parte más difícil, cuando uno ya está cansado y viene con el tanque de reserva, toca hacer la parte más difícil. La gran mayoría de las personas que hacen este recorrido se preparan físicamente durante bastante tiempo mientras que yo venía de trabajar lo más posible para poder conseguir todo lo que necesitábamos para ir por nuestro sueño.
Con mucha fuerza de voluntad y amor propio pude subir el empinado camino. No sabía con lo que me iba a encontrar y la sorpresa de lo que vi hizo que valiera la pena cada paso. No solo se veían los tres picos si no que entre ellos hay un glaciar que se va derritiendo y forma unas cascadas que dan lugar a una hermosa laguna de aguas trasparentes.
Me llevo entre ida y vuelta un poco más de 9 horas, fue cansador pero mi felicidad por haberlo logrado y por la imponencia del paisaje hacían olvidar el esfuerzo.
Les dejo un fuerte abrazo y le vuelvo a dejar la palabra a la verdadera estrella!!!!
No será mucho papá? Gracias igual por el cumplido.
De esta forma trascurrieron los 5 días que estuvimos dentro del parque, todos ellos fueron a puro sol y con un cielo súper despejado que nos permitía disfrutar de todo el paisaje. Nos faltó mucho por hacer, pero se nos complicó un poco con la comida ya que en toda la zona hay solamente dos proveedurías que no venden muchas cosas. Nosotros llevábamos solamente fideos y arroz que era lo mismo que ellos vendían. Es por eso que si van por allá les recomendamos llevar un poco más de variedad de cosas.
Nos llevamos gravados en nuestras retinas los colores y paisajes que vimos y les pedimos que aunque sea una vez en la vida puedan acercarse a este lugar.
Nos vemos en la próxima!!!!
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