Volvemos con la aventura, ahora los llevo a viajar un rato por el bello país de Chile.
Salimos bien temprano dejando atrás la ciudad de Río Grande para ir a la frontera. Cruzamos rápidamente y nuevamente pisábamos tierra chilena en nuestro viaje.
Esta vez tomamos un camino distinto, fuimos por Onaisin, es un poco más largo hasta el estrecho de Magallanes, son 160 kilómetros en total pero una gran parte es de asfalto. El gran problema es que en los trechos que están asfaltando actualmente al camino complementario no le prestan mucha atención y el ripio está muuuuy estropeado. Hay una tercera opción que es ir hasta el Porvenir y desde ahí tomar un ferry que te cruza directamente hasta Punta Arenas, este sale una sola vez al día y hay que reservar con anticipación, pero le dan prioridad a los camiones y si se llena hay que esperar a tener suerte el día siguiente. Además el costo en ese momento era demasiado caro. Así que nos convenía dar toda la vuelta, pero fue una gran decisión porque el camino es muy hermoso, con muchísimos colores y con casitas muy pintorescas que se prestan para hacer bellas postales.
Además nos habían comentado que este camino tiene un agregado muy lindo. Cuando uno llega al desvió de Onaisin, hacia la derecha se va hacia el paso fronterizo San Sebastián, si se sigue derecho se va a El Porvenir y si se dobla a la izquierda haciendo unos 15 kilómetros de ripio en buen estado, se llega a una reserva de pingüinos rey. Hacia allá fuimos, pero el costo de la entrada era demasiado excesivo y como el día estaba muy ventoso nos dijeron que los pingüinitos se habían amontonado bastante lejos por lo que había que observarlos con binoculares. Así que nosotros decidimos seguir camino pero es una muy buena opción para tener en cuenta si andan de paseo por allí.
Volvimos a subirnos al ferry que cruza el estrecho de Magallanes pero a diferencia de nuestra ida el mar se encontraba totalmente revuelto y había olas que tenían la altura del barco lo que hacía que este se moviera para todos lados. Yo no tuve problema pero papá es medio tiernito para esas cosas y no se sentía nada bien. Papá averiguo y convenía pagar el ferry en dólares, de esta manera es como más barato sale, otro dato interesante.
En el camino conocimos a un chico de Colorado, Estados Unidos, venia caminando con sus dos bastones y una mochila. Quería llegar hasta Ushuaia y desde ahí volar a Buenos Aires para luego ir a recorrer todo Islandia y después el Sudeste Asiático. Le regalamos una botella de agua y lo dejamos seguir su solitaria caminata.
Llegada la tarde arribamos a la ciudad de Punta Arenas. Fue cansador ya que la distancia es de aproximadamente 417 kilómetros y a eso hay que sumarle el tiempo en la aduana y el cruce en ferry. Mucho para un solo día!
La ciudad es hermosa, muy prolija y ordenada. El tránsito también es muy prolijo y ordenado, se respeta al peatón por sobre todo, cosa que a papá le costó un poco, porque la gente no está acostumbrada a mirar antes de bajar el cordón y como papá no está acostumbrado a prestar atención a la vereda era una combinación un poco peligrosa.
Pudimos cambiar dinero, con 1 dólar te daban 715 pesos chilenos. Luego paseamos por la plaza de armas, el palacio Sara Braun y el Cerro la Cruz desde el cual hay una vista muy linda de toda la ciudad. Pero lo mejor fue que me llevaron a un parque enorme llamado Maria Behety donde había muchísimos juegos en los cuales hice muchos amiguitos.
Por la noche fuimos a cenar a una muy linda pizzería que hacía unos licuados de fruta fresca riquísimos. Luego fuimos a dormir a la costanera.
Al día siguiente fuimos a una de las principales atracciones de la ciudad, “el cementerio”, si leyeron bien. Hasta en la portada principal de los folletos que te entregan en turismo esta este lugar. Es famoso por sus grandes mausoleos y el parquizado que tiene. Si bien el lugar es muy lindo, la visita es un poco rara ya que ni bien entramos a un costado había un velatorio con gente muy triste y al otro lado un bus del cual descendían un montón de turistas con sus cámaras de foto en mano y felices.
Fuimos al supermercado donde dimos un largo paseo. Es muy lindo ir a estos lugares en otro país ya que cada cosa que hay es casi totalmente distinta a las que uno conoce y hasta hay algunas que nunca habíamos visto.
Compramos un montón de cosas riquísimas y muy baratas entre ellas jugos frescos de fruta y fiambre para almorzar unos ricos sándwich donde había hasta pechuga de pavo ahumada.
Después de comer fuimos a la zona franca donde nos cruzamos a los chicos uruguayos de Opción Escape. Estuvimos toda la tarde recorriendo los distintos lugares que hay para comprar. Hay mucha diferencia de precios con nuestro país. Papá se llevó varios pares de zapatillas al igual que mamá que las venían necesitando y yo ligue unos juguetes que están buenísimos.
Cansados de tanto caminar volvimos a la costanera donde nos encontramos con dos viajeros que nos habíamos estado comunicando varias veces por internet. Su página es Cruzando Identidades y recorren el camino a bordo de una Renault Kangoo. Charlamos un buen rato y luego nos dedicamos a pasear un poco por el mar.
Un nuevo día comenzaba y emprendimos camino hacia otro destino.
Antes de abandonar la ciudad papá salió con la compu bajo el brazo y volvió con una excelente noticia. Había conseguido el tan ansiado cargador que dejamos olvidado en Puerto Deseado y que no habíamos podido conseguir en ningún lado.
Gracias nuevamente a Alfredo de Helpbooks que nos solucionó el problema.
Nos subimos nuevamente a la ruta y fuimos directamente hasta la ciudad de Puerto Natales. El camino es muy lindo, pasamos por un puerto que estaba lleno de barcos amontonados y con muchos colores distintos, también al costado de la ruta había paradas de colectivos que tenían un diseño muy original y tenían sus techos pintados con muchos colores diferentes.
En la entrada hay dos monumentos muy lindos, uno hace honor al Milodón y el otro a las manos.
El pueblo es muy lindo y está lleno de negocios de venta y alquileres de accesorios para ir a la montaña. Es la antesala para llegar a las tan famosas Torres del Paine.
Luego de pasar una noche en la plaza principal, nos dedicamos a recorrer toda la ciudad, es muy tranquila y tiene miradores muy lindos. Fuimos también al monumento al viento y al golfo Almirante Montt. Charlamos con muchas personas de nuestra aventura y yo me la pase jugando en los juegos de la plaza. Comimos unas salchichas de pavo que estaban bárbaras y papá y mamá probaron la cerveza Austral, según dicen ellos es riquísima.
Al día siguiente recorrimos los 22 kilómetros que separan la ciudad de las Cuevas del Milodón. Es un área silvestre protegida que custodia las cuevas y aleros del cerro Benitez.
Cuenta la historia que en el año 1895, el colono Hermann Eberhard visito la cueva y en ella descubrió un extraño cuero con gruesos pelos. A partir de ese hallazgo, el lugar se convirtió en una rica fuente de evidencias para conocer el pasado de la Patagonia Chilena y de la humanidad.
El tan famoso Milodón era un perezoso gigante que habitó este lugar hace 14500 años y era el dueño del cuero que fue hallado en las cuevas.
Se paga una entrada accesible y todo el recorrido es a pie. Son aproximadamente unas 4 horas.
Nosotros comenzamos caminando hasta la cueva media, el día estaba totalmente soleado y hacía muchísimo calor. En nuestro recorrido vimos pasar un avión de guerra volando muy bajo. En lo alto del cielo descubrimos por primera vez en todo el viaje los cóndores. Son pájaros que tienen un tamaño impresionante y a los cuales les encanta planear entre las corrientes de aire.
Luego fuimos hasta la silla del diablo, una piedra enorme y bien cuadrada. Dicen las leyendas que si uno va en busca de él, aparece su imagen a un costado de la montaña.
De ahí, ya con mucho calor caminamos hasta la cueva Chica pasando antes por un túnel de piedra. Fue cansador el recorrido pero muy lindo. Vimos todo tipos de pájaros y pasamos un hermoso rato en familia.
Volvimos a la camioneta a comer algo y descansar un poco para luego caminar otro poquito más hasta la gran cueva del Milodón. El lugar es impactante y tiene una profundidad de unos 350 metros. Se puede recorrer toda por adentro, el piso es un tanto resbaladizo por la humedad y hace un poco de frío pero está muy bueno.
Para tener alguna idea de la profundidad de la cueva, si se fijan bien en la foto, van a ver en el medio y a lo lejos a mamá conmigo upa, somos apenas un puntito.
Por ultimo volvimos a la entrada a la cueva donde hay una escultura tallada en piedra del famoso Milodón. Que grande que era!!!!.
Hasta acá llegamos por hoy, no se pierdan la continuación de esta hermosa aventura. Hasta la próxima y gracias por leerme.
Para ver las fotos completas de Punta Arenas, Puerto Natales y las Cuevas del Milodón entra acá.
excelente artigo.
muchas gracias, besos
Olá e obrigado por este blog é uma verdadeira inspiração ..
Muchisimas gracias, un fuerte abrazo