Luego de disfrutar por más de una semana la ciudad de Paracas toco seguir camino. Son 200 kilómetros los que separan este lugar de la capital de Perú, Lima.
Como toda ciudad grande el tráfico es un caos y esto sumado a que uno no conoce exactamente el camino hacen que el trayecto se torne un poco extenuante por lo que decidimos entrar a la media noche. Ni bien el sol cayó muy lentamente empezamos a avanzar, fue una de las mejores decisiones que pudimos tomar ya que entramos directamente ya no había casi vehículos circulando.
Fuimos directamente al hermoso malecón de Miraflores a orillas del Mar Pacifico, lleno de parques, muchos colores y sobre todo uno de los lugres más seguros de Lima, porque es una zona que posee vigilancia estricta durante las 24 horas.
Tuvimos el placer de conocer a Fernando, él se había contactado con nosotros antes de emprender este viaje y hacía bastante que nos estaba esperando. Es un gran coleccionista de aventuras, recibe a viajeros de todas partes, dispuesto a dar una mano sin pedir nada a cambio, una excelente persona que el camino nos regaló. Tiene libros de viajeros catalogados por países y en cada uno miles de historias para contar. Para ver su grupo lo pueden hacer acá.
Pudimos pasar solamente una noche en este lugar, donde lamentablemente no nos trataron muy bien, entendemos que es uno de los barrios más exclusivos del país pero hay formas y formas. Nos pidieron más de 15 veces nuestros nombres y datos de la camioneta, a cada uno le preguntamos si no había problema de estacionar y nos decían que se podía, era solamente para control del vehículo. Llegada la noche vinieron 3 móviles policiales a decirnos que no se podía estacionar y pernoctar allí, cosa que ya habíamos preguntado durante todo el día para evitar justamente tener que buscar un lugar ya de noche. Le explicamos lo sucedido y nos dijeron que paráramos 3 cuadras más allá. Resulta que el lugar al que nos mandaron era la zona que le correspondía a otro grupo de policías que de la misma forma nos dijeron lo mismo y nos volvieron a mandar 3 cuadras más allá a la zona de otros policías que nos terminaron de sacar del distrito.
Luego de una larga noche donde apenas pudimos dormir nos subimos al metrobus y nos fuimos al centro histórico de la ciudad.
Recorrimos su casco histórico, sus plazas, los distintos palacios. Es impresionante la arquitectura que tiene y tanta historia que reina en el lugar.
Gracias a Fernando pudimos dar con un lugar para hacer postales. Hicimos una selección de las fotos tomadas por papá en los lugares más tradicionales de nuestro querido país. La señora que nos atendió tuvo toda la buena onda para diseñarlas e imprimirlas en el día.
Luego de todo un día de caminata volvimos por nuestra camioneta y nos dirigimos a pasar la noche en la puerta de un hotel donde se hospedaban Beto y Janet, amigos colombianos con los que compartimos una buena parte de nuestro trayecto.
Ya descansados fuimos por el último lugar que queríamos conocer, las ruinas de Huaca Huallamarca o Pan de Azúcar.
Fueron construidas en el siglo 1 AC y son asentamientos de la cultura Pinazo. Es un enorme centro ceremonial construido en adobe. El lugar fue reconstruido en el año 1950 pero de forma equivocada, se hizo con un diseño en forma de pirámide trunca como las edificaciones mexicanas, cuando en realidad era una pirámide en forma escalonada.
Este fue nuestro fugaz paso por la capital de Perú, nos llevamos sensaciones encontradas, no fue bueno el trato que recibimos pero a su vez conocimos personas con un corazón inmenso.
Para ver todas las fotos de Lima entra acá.