Ubicado en medio de un enorme desierto, en la zona de la Alta Guajira se encuentra el punto más al norte de todo Sudamérica. Hace más de un año pisamos el punto más austral del viaje y de todo Sudamérica, por lo que nos metimos de lleno en la aventura de llegar hasta el Cabo de la Vela.
Dejamos la carretera principal para internarnos por una larga e interminable recta donde el camino cada vez se iba poniendo en peor estado.
A lo largo de todo el camino nos fueron acompañando las vías del tren por las que se transporta el carbón desde la mina Cerrejón que es una de las más grandes a cielo abierto del mundo. De ella se extraen más de 30 millones de toneladas al año. Cada formación del ferrocarril tiene más de 100 vagones que recorren 150 kilómetros hasta el puerto.
Luego de recorrer poco más de 50 kilómetros nos tocó desviarnos, el camino se fue estrechando hasta convertirse realmente en una huella la cual en ciertos lugares estaba llena de arena y había que elegir muy bien por donde pasar para no enterrarse y quedarse atascado.
Después de 433 días, de haber recorrido 33.431 kilómetros, haber dormido en más de 175 lugares, cruzar 6 países y hacer miles de amigos, logramos cumplir una gran parte de este sueño.
Llegamos al CABO DE LA VELA, Colombia, el punto más al norte de Sudamérica a orillas del atlántico con lo cual luego de haber estado en Ushuaia, Argentina, lo más al sur, podemos afirmar que hemos recorrido gran parte de América del Sur desde bien abajo y hasta lo más arriba.
El pueblo es muy chico y sus construcciones se llaman rancherías, las cuales son bastante precarias.
El color del agua de la playa es increíble y como fuimos en temporada baja casi que no había gente por lo que teníamos todo el lugar casi a nuestra disposición.
El lugar por sus vientos es ideal para hacer kite surf por lo que llegan personas de todo el mundo a practicar este hermoso deporte.
El camino nos permitió hacer un plus de kilómetros hacia el norte para llegar al Pilón de Azúcar, el cual nos regaló una vista inmejorable del mar y sus colores azulados. A su vez nos dejó disfrutar de la playa resguardados del viento ya que en esta zona es constante y muy fuerte!!!
A lo largo de toda la Guajira colombiana, habita una comunidad indígena llamada Wayuu. Las mujeres llevan una vestimenta muy particular de túnicas largas y de telas ligeras para contrarrestar las altas temperaturas de la zona. Esta comunidad tiene una estructura matriarcal donde la mujer es la que tiene el dominio de la familia!!!
En el Cabo de la vela no solo hay playas paradisiacas y lugres exóticos, allí conviven estas maravillas naturales con una de las situaciones sociales más complejas y difíciles de todo el país. La provincia de la Guajira es un tema muy sensible para los colombianos. En ella habita una comunidad indígena llamada Wayuu y sus niños tienen un índice alarmante de desnutrición y muerte infantil. A lo largo de todo el país hemos escuchado las más variadas opiniones y la gran mayoría era que nunca recibían ayuda alguna. No somos de dar opiniones políticas alguna pero si queremos esta vez dejar nuestro pensamiento en base a lo que vivimos en convivencia con esta etnia durante una semana.
Mientras nos adentrábamos de a poco en la alta Guajira y el camino cada vez se hacía más desolado, cada 100 metros aproximadamente nos cruzábamos con niños de muy corta edad extendiendo sus manos hacia el camino en señal de pedido de alguna cosa. En algunos casos cruzan una cuerda de lado a lado de la calle para obligar a los vehículos a detenerse y prestarles atención. Ni bien aprenden a caminar también les enseñan a pedir lo que sea.
La madre se encontraba acostada en una hamaca a la sombra, donde tienen armado un pequeño ranchito. El padre todas las mañana los trae en moto y deja a la familia allí para trabajar. En nuestro caso llevamos agua para regalar ya que la falta de esta es uno de los principales problemas que tienen. No en todas partes hay agua potable y a veces tienen que recorrer mucha distancia para conseguirla. Cada vez que dejábamos el preciado líquido recibíamos los comentarios más variados, que el agua está caliente, no tiene otra cosa, algo que se pueda vender entre otros, pero confites no tiene?. Incluso cuando ya no teníamos más nada que darles se ofendían con nosotros por la falta de caridad.
Luego de ser así a lo largo de los 100 kilómetros que recorrimos para llegar al Cabo de la Vela, empezamos a interactuar con la comunidad. En la gran mayoría de familias, la que trabaja es la madre junto a los chicos de la forma que vimos, el padre casi nunca lo puede hacer porque está bebiendo.
Esta comunidad tiene los índices más altos de desnutrición y muerte infantil de toda Colombia, pero he aquí el difícil problema de cómo resolverlo. Lo que hemos escuchado de la boca de ellos mismos, es que en muchos casos la ayuda que reciben del gobierno o lo que uno les da, no llega a buen destino, sino que el padre de familia lo vende y lo convierte en licor. Si un niño está enfermo por ejemplo, la madre no lo puede llevar al médico porque no tiene con quien dejar a los otros hijos ya que el padre no los puede cuidar, porque según su ideología esa es tarea de la mujer. Parece ser una sociedad muy cerrada y difícil de acceder, que se ha acostumbrado a que le den y a no molestarse en generar. Un pescador de la zona nos dijo, como se va a morir un niño de hambre con todo el mar que hay acá, la pesca es riquísima, yo siempre contrato gente de acá para salir diariamente a pescar, no se dan idea lo difícil de que es conseguir a alguien que quiera trabajar!!!.
Esta situación es la que nosotros percibimos en nuestro paso por la zona. Como vimos gente que en su gran mayoría solamente vivía de lo que le daban también hemos conocido muchas personas a las que les preocupaba la situación y las cuales trabajaban todos los días para conseguir el sustento para su familia, ya sea pescando, vendiendo artesanías o distintas cosas para el turismo.
Fue una experiencia maravillosa y es un lugar que jamás olvidaremos, sus paisajes son realmente imponentes pero también conocimos su grabes problemas. Una realidad que nos duele ya que en todo este tiempo hemos aprendido a amar a esta tierra y como disfrutamos de sus cosas lindas también nos entristecen las malas.
Creemos que la mejor manera de ayudar es visitar, conocer, disfrutar y compartir para que otras personas sigan la cadena. Uno al visitar deja dinero en el lugar y les da una posibilidad para poder subsistir.
Si querés ver más fotos de nuestro paso por el Cabo de la Vela lo podes hacer acá.